Esas son algunas de las definiciones que se me ocurren cuando hablo de las cámaras de gas. Es sin duda el momento más impactante de la visita a Auschwitz. Cuando pones un pie dentro te das cuenta que entras a un lugar del que nadie salió con vida, un lugar donde miles de personas murieron.
Cuando miras hacia arriba, ves una trampilla (ahora abierta). Por esa trampilla los nazis echaban el gas Zyclon B y en cuestión de minutos ya nadie arañaba, ya nadie gritaba. No quedaba nadie con vida.
El siguiente paso era sacar los cuerpos de los judíos muerto. Esa labor correspondía a los judíos Sonderkommando. Judíos designados por las SS a la fuerza, sin poder elegir, para sacar los cuerpos de las cámaras de gas, para registrar todos los orificios a los muertos por si se habían escondido joyas y por último quemar los cadáveres.
La siguiente sala era donde los quemaban para no dejar rastro, ese lugar se llamaba el crematorio y estaba compuesto por hornos para quemar los cadáveres.
Para que los judíos entraran a las cámaras de gas sin que opusieran mucha resistencia, se les decía que iban a ducharse para que mantuviesen la calma. Pero la realidad es que en esos lugares no salía nunca agua, sino gas. Muchas de las cámaras de gas de otros campos de concentración (como Birkenau) se encuentran destruidas. ¿Por qué? Porque los nazis no querían dejar rastro de lo que estaban haciendo, y antes de que los ejércitos entraran a liberar los campos, destruyeron todo lo que pudieron. Pero en Auschwitz la cámara de gas está intacta, como podemos ver en las fotos.
Este lugar es la máxima representación de la maldad humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario